Cuando explotó el uso de Windows en los 90s, había una serie de programas básicos que casi todas las computadoras tenían: paquete de Office, Wordpad, Winzip, Windows Explorer o Netscape en caso de utilizar Internet, Outloook para mensajería, Quick Time para reproducir videos, Winamp para escuchar música, Imagine para visualizar imágenes, los juegos clásicos del Sistema Operativo y no mucho más.
Hacia los 2000’s, comenzaron los primeros planes de tarifas fijas para tener conexión las 24 hs (sorpresa, sin ocupar el teléfono) lo cual fue revolucionario ya que permitió que muchos hogares empezaran a integrarse a la red de redes, siendo la visita a páginas web de forma directa, y el uso de directorios -para encontrar sitios de nuestras preferencias-, parte del itinerario obligatorio.
Así, dimos los primeros pasos a la hora de informarnos sobre distintos softwares que podían servirnos, sumado a la creciente popularidad de la Revista PC World que traía cds gratuitos (muchos iniciamos de esta forma las primeras experiencias instalando programas, buscando íconos con la leyenda “set up” y explorando hasta dónde aguantaba el almacenamiento del disco duro).
Y luego se expandieron los programas de descarga como Ares, Emule, Soulseek, que nos dieron la posibilidad de personalizar totalmente nuestra computadora, no quedarnos con el software estándar y a su vez, también comenzamos a compartir mutuamente la información, ya que entre otras novedades, tenían espacios para formar comunidades e incluso, elegir usuarios para revisar sus carpetas de descarga -y si algo nos interesaba- bajar todo lo explorado en nuestra computadora.
Las comunidades se volvieron más cercanas con las ventanas de chat que proporcionaban diversas páginas web (como Terra) y luego, páginas exclusivas de chat, redes de intercambio de imágenes (que hasta se podían calificar del 1 al 10), foros, salas de discusión, grupos de intereses comunes (como los Yahoo Groups) en los que podíamos armar carpetas, calendarios con notificaciones para los miembros, enviar mailings, entre otros, ideal para los primeros clubes de fans virtuales.
Y llegaron las páginas de citas, las bitácoras, las primeras páginas para crear álbumes públicos (Photobucket, Flickr, DeviantArt, Imgur) así como las primeras redes sociales de comienzo de siglo (Hi5, Orkut, Buzznet, LastFM, Friendster) pero no fue hasta la explosión de los Fotologs y Metroflogs cuando vivimos, al menos en esta región, una verdadera aldea global donde se rompieron todas las fronteras en la formación de comunidades. Fueron tan populares, que incluso, dieron lugar a diversas tribus urbanas o grupos con códigos propios, que en muchas ocasiones, llegaron a pasar de la modalidad virtual a juntarse personalmente, siendo la más popular el movimiento de los “floggers”.
También se popularizaron las redes en torno a artistas y la promoción de proyectos propios como MySpace, Tumblr, Vk, PureVolume, SoundCloud. Google comenzaba a popularizar la red de blogs a través de Google Reader, su propia bitácora Google Plus, así como el menos exitoso Google Sites.
Ahora teníamos la posibilidad de tener nuestra propia página web de manera gratuita, configurarla, aprender a experimentar con el código, intercambiar enlaces, guestbooking, posts y dejar atrás el flash que en ese momento, aun seguía primando en muchos sitios… pero que, sin embargo, comenzaba a posicionarlos cada vez más atrás, dado que los motores de búsqueda, -y uno en particular- no era capaz de leer el contenido en este formato.
Así los blogs empezaron a figurar en los primeros resultados para un número de búsquedas cada vez más crecientes.
Por lo tanto, en la primera década del siglo XXI, teníamos amigos, conocidos, familia (e incluso nosotros mismos, nos habíamos registrado, aunque sea para probar, en muchas de las empresas mencionadas). También es importante destacar el auge del MSN como programa de chat, el cual llegó asimismo, a permitir una pequeña comunidad musical en los últimos tiempos, con el uso compartido del Windows Media y la posibilidad que éste nos daba de bajar música legalmente.
Y si ya son muchísimas las redes mencionadas, de más está decir que la popularidad de Facebook, Twitter, Youtube, Instagram, Pinterest, Snapchat, LinkedIn y TikTok, entre otras, han revolucionado totalmente la forma de intercambiar y comunicarnos.
Pero deteniéndome un poco y enumerando todas las plataformas y canales de comunicación que he mencionado hasta el momento, me pregunto ¿cuántas redes más son necesarias para sentirnos conectados o miembros de algún grupo?
Exceso de información, cambios permanentes, incertidumbre ¿Es necesario?
¿No hay ya demasiadas “herramientas”?, ¿No es hora de frenar la escalada de soluciones virtuales y reconocer que tenemos un exceso de las mismas? Si bien en teoría, buscan “facilitarnos la vida” en distintos universos (laboral, afectivo, geográfico, social, etc), a la larga, parecieran ser una complicación desde el momento en que debemos informarnos más sobre las nuevas que surgen, sobre todo, para poder elegir las que más nos convienen, también seleccionar algunas que podrían darnos cierta utilidad, así como otras que de entrada descartamos. Y una vez que nos hemos acostumbrado a varias de ellas, especialmente en mi caso, que son imprescindibles a la hora de trabajar ¡PUM! El programa, app, herramienta, o lo que fuere, se actualiza, cambia de interfaz, agrega funcionalidades y pierde otras, intenta en teoría ser “más amigable” y compatible a los tiempos que corren, pero no sin antes obligarnos a seguirle el ritmo.
Sí, ya hay un exceso de “soluciones”. Entiendo que el avance tecnológico se perfecciona y evoluciona para cubrir nuevos nichos, pero hilando fino, pareciera que el fin último no es en sí satisfacer nuestras necesidades sino crearlas, o pelear por prevalecer sobre otras, buscando conquistarnos como consumidores.
¿Para qué interiorizar muchas de estas plataformas a la hora de gestionar nuestro trabajo, si en breve, serán descartadas por otras? En lo personal, sigo empleando para SEO los mismos programas y analíticas que conocí hace más una década, no he añadido prácticamente nuevos y así pretendo seguir. Estas herramientas continúan siendo funcionales y mientras no haya algún cambio de algoritmo que rompa totalmente con lo conocido, prefiero que mi tiempo sea dedicado a añadir valor humano al trabajo y no dejar cada parte de mi proceso laboral en manos de herramientas tecnológicas.
A nivel personal, ninguna máquina va a poder reemplazar nuestra experiencia, subjetividad, y mejor aún, nuestras contradicciones que a la larga, deberían ayudarnos a crear y a sintetizar mejores respuestas/soluciones. Siempre vamos a tener algo por lo cual trabajar.
No podemos andar por la vida copiando experiencias como si hiciéramos copy+paste de la información, ni borrar nuestra singularidad en búsqueda de acciones automatizadas que simplifiquen una labor. Por eso, aunque pasen los años, voy a seguir rescatando a quienes tengan el valor de la autenticidad, siendo tanto una metodología de trabajo como una conducta elegida, y así lo expresa de manera muy concreta la psicóloga Paola Graziano:
“Te digo lo que yo considero que es ser auténtico:
Actuar la mayor parte del tiempo según nuestros principios, con una dirección, y vivir fundamentalmente en el presente, conectado con uno mismo.
Pongo «la mayor parte del tiempo» a propósito.. porque hay veces en las que pensamientos, circunstancias, y emociones difíciles pueden llevarnos a actuar en otra dirección… somos humanos.
Ser auténtico también Implica saber comunicar y mostrarnos a los demás.
También ser flexible.
No siempre lo haremos «fluyendo», no siempre nos saldrá de manera relajada.
No soy igual en una reunión de trabajo que con mis amigos.
Y está bien así.
Hay algunos inconvenientes de ser «uno mismo» y mostrarnos, porque cuanto más «visibles» somos, más expuestos estamos… y no le vamos a gustar a todo el mundo.
Cuando nos posicionamos, cuando expresamos nuestra opinión o nuestros sentimientos, siempre habrá alguien a quien nuestra postura no le guste, la tergiverse, o no la entienda.
Cuanto más mostramos de nosotros, más intimidad exponemos, y más vulnerables somos.
Es imposible conectar con otros sin mostrarnos.
Lo que «gusta a todo el mundo» suele ser algo muy neutro… sin sabor.
Para conectar de verdad con otros es fundamental ser vulnerable, exponerse… como suele decir Brené Brown, la vulnerabilidad forma parte de la valentía.
Ser auténtico implica conectar con lo que es importante para nosotros y actuar según ello, siendo valiente”.
Es increíble que en la búsqueda de esa “originalidad”, de esa diferenciación, en definitiva, en la búsqueda de obtener trabajos y resultados que sean únicos, gran parte de la sociedad interesada en la tecnología, esté hoy por el contrario, cayendo en masa, sin miramientos y sin un análisis crítico del camino elegido, dirigiéndose (o mejor dicho, siendo empujado) hacia la última moda: la Inteligencia Artificial.
Esto será debatido en la próxima entrega.